lunes, 5 de diciembre de 2011

La marea

Cuando todo queda inundado, cuando sangran las heridas abiertas, cuando el sol se esconde…
Arrebatos que me flagelan, que me arrastran sin consciencia, que me deshacen y me desarman. La marea.
La que todo lo barre, la que lo anega todo, la que destruye… Y como el limo de un río en retirada, crea una nueva sensación. Como la marea.
Explosión de arena y sal, de agua que me aniquila, la misma agua que me da la vida, que me sacia, esa misma, me puede ahogar.
Pero ¿Qué pasa cuando se retira la marea? No lo sé. Si el corazón está pertrechado, si el amor es fuerte, si los lazos son de un cáñamo indestructible, tal vez se salve algo. Pero ¿y si no? Si el corazón es frágil, si el amor es delicado, si los lazos son de fina seda… Entonces nada queda.
Cada marejada es como un envite que me lleva a la locura, cada ola en mi armadura, la sal entre mis costados, la humedad en la malla fina. Oxido a la razón y jaque al corazón. Pero la vida, ay la vida que me ha hecho hombre de cristal y no de hierro, pues el cristal es transparente y delicado, pero no se oxida. Así te espero, marea  mía, golpea fuerte que yo resisto.



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